VERANO DEL 58
Se acerca agosto y con él las vacaciones de verano. La Abuelita María y Vidala, por la vecindad con Salvador, le trasladan su ilusión porque les informe a la vuelta de las vacaciones de todos los pormenores de la creación de la biblioteca.
Durante aquel verano del 58 Salvador y Capó se reúnen en varias ocasiones con el Alcalde, “El Tío Manuel el barbero” era practicante, barbero, dentista si se terciaba, sanitario, y Alcalde del municipio. El Ayuntamiento ha pensado que el mejor sitio es en los locales donde están las oficinas municipales. Es un edificio viejo, pero es del que dispone el Ayuntamiento. Además no solo están las oficinas del Ayuntamiento ,sino también una Escuela de Párvulos. Habría que revisar el tejado, mejorar y acondicionar el tercer piso, pintar algo… en fin dejarlo un poco más decente. Hay que pensar también en las estanterías donde irán los libros, en organizar turnos para los lectores, en fin…poco a poco; pero ya empieza a tomar forma el proyecto.
Septiembre se presenta y Salvador Agustín escribe a finales de mes preguntando cómo van los trabajos de acondicionamiento e informando que se pretende llegar al momento de la inauguración con un fondo de unos 500 ejemplares. Él, de momento está preparando un nuevo envío de otros 100 volúmenes que partirá en diciembre para allá.
El primer domingo de enero de 1959 en casa de la Abuelita se dispone el tapete y las barajas para la partida de canasta. Cuando ya están todos sentados en la mesa, doña María, que ese día no hacía nada de punto como era su costumbre, desde su sillón y con tono de satisfacción toca con el mango de su bastón en el marco del ventanal. La atención se centra en ella y, tras unos instantes de silencio dice: “Salvador tiene noticias frescas”. Nadie sospechaba de qué podía tratarse. Desde luego no podía ser la noticia del embarazo de su esposa porque ya era tan avanzado como que cumplía en abril. “Lee la carta , Salvador, que me has leído antes que a Federico le hará mucha ilusión saber lo importante que se nos está volviendo Tuéjar” .
Era una espinita que tenía clavada doña María en el corazón y su yerno, señorial, sonriente y feliz iba a recibir su “merecido castigo”. Salvador comenzó a leer:
“Tuéjar 29 de diciembre de 1958. Queridos Salvador y María Dolores: Espero que al recibo de la presente os encontréis bien de salud. Por aquí todos bien, gracias a Dios. El invierno está en toda su crudeza; pero tanto la familia de María Dolores como la tuya, Salvador están bien de salud.
Tengo que darte grandes noticias. En primer lugar decirte que estoy muy contento porque además del cargo de Jefe Local del Frente de Juventudes, el señor Alcalde me ha nombrado Bibliotecario y por tanto Secretario de la Biblioteca Municipal.
Estoy en tratos para conseguir unas estanterías dignas y suficientes para la misma. Hemos creado ya el primer grupo de lectores de la biblioteca. ¡Ya hay 22! Los libros los llevan a casa y de momento todos cumplen con las normas y los devuelven intactos y en su día.
Estamos arreglando el edificio, mejorando el trozo de cañizo que estaba podrido en el tejado y así ya no hay tanta humedad. Si Dios quiere, para la primavera ya estará todo en condiciones. Explícale a don Manuel todo cuanto te digo e insístele en que el pueblo de Tuéjar le está muy agradecido a su generosidad.
Sin más que contarte y esperando que haya servido de alegría para todos cuanto te digo, recibe un fuerte abrazo. Jaime Capó”.
Por supuesto que las noticias llegaron a la cúpula de la Editorial y despertaron satisfacción. En pocas semanas desde los almacenes de Aguilar se dispone un envío ya importante: 497 libros.
El 22 de enero del 59 Salvador escribe al recién nombrado Secretario de la Biblioteca, Capó, y le informa del contingente que ha salido para allá.
Los libros llegan a su destino y ahora el problema no sólo es clasificarlos adecuadamente ,sino también colocarlos. No hay suficientes, armarios, sillas, mesas; en fin hay que comprar estantes adecuados. La ilusión comienza a tomar forma real.
